miércoles, 15 de julio de 2009

La Hipocresía Occidental

La diplomacia europea, y hoy día le estadounidense, apuestan fuertemente al diálogo con Irán. Nada parecen haber aprendido de errores del pasado, cuando las mismas apuestas fueron hechas en torno a un freno en los planes armamentísticos de la Alemania Nazi, el costo de la duda y del diálogo extremo, fue la muerte de 50 Millones de personas. La Segunda Guerra Mundial podría haberse evitado, si los pacifistas y los dialoguistas extremos, hubiesen notado el pequeño detalle de que Hitler no hablaba el mismo idioma que ellos.

Hoy día acontece de manera similar, por un lado tenemos a una sociedad occidental que sueña (pues en ella parece alcanzable) un mundo de Paz, armonía y entendimiento entre todos los hombres del mundo y por el otro lado, una sociedad islámica que cree fervientemente que su senda es la correcta, que su dios (que no D’s), los ha llamado para conquistar el mundo y forzar a la conversión de todos los ciudadanos del mundo a sus creencias, so pena de ser ejecutados si se resisten, un mundo donde la palabra Tahdiya, significa: Tregua que el musulmán no está obligado cumplir, una sociedad donde se habla de dos casas, en el mundo, la Casa de la Paz, donde los musulmanes no pueden guerrear, pues no está permitido entre musulmanes, y una Casa de la Guerra, que es aquella donde imperan creencias diferentes a las del Islam y donde el musulmán está llamado, divinamente, a combatir a los infieles (todos los que no piensan como ellos) en nombre de Alá el risueñamente Misericordioso.

Claramente, hay dos lenguajes muy diferentes, occidente está convencido en la universalidad de sus principios de respeto a las diferencias, y con su mirada etnocéntrica de costumbre y tradición, cree que las otras culturas, especialmente la islámica, comparten dichos valores y en esa convicción, pone en peligro sus propias creencias y valores, su propia existencia.

Muchas veces se ha sostenido, a modo de crítica para con occidente, que sus valores no pueden ser universales, y contrariando esta crítica, se sostiene la universalidad de los Derechos Humanos. Bien, hay que ponerse de acuerdo. O hay principios que son universales o no los hay. O hay un multiculturalismo tolerante con toda forma de cultura o no lo hay. Indudablemente hay derechos que no pueden ser negociados so pretexto de la multiculturalidad, a saber: El derecho a la vida humana; el derecho a la libertad individual; el derecho a la propiedad privada. Quien viola uno, tan sólo uno de los tres, viola de hecho los tres derechos innegociables. En tal sentido, ¿Se puede ser tolerante, en nombre del multiculturalismo, con un régimen que ejecuta a los hombres y mujeres que optan por la homosexualidad? ¿Se puede ser tolerante, en nombre del multiculturalismo, con un régimen que opta por lapidar mujeres por que sus esposos las acusan de infidelidad sin que medien mayores pruebas que las palabras del acusador? Para mí la respuesta es definitivamente NO. Pero sigamos. Las Naciones Unidas aceptan el principio de multiculturalidad, pero el mismo ¿es exigido a todos sus miembros por igual? Definitivamente no ¿Acaso las Naciones Unidas reclaman a las naciones árabes, especialmente a Arabia Saudita, se respete la pluralidad de creencias? ¿Se puede construir, no digo una sinagoga, sino una simple iglesia en La Meca? ¿Es esa la pluralidad cultural que acepta Arabia Saudita? La pluralidad que se le exige, muchas veces a occidente, no se le exige al mundo islámico, no se le exige a China y a otras muchas culturas, so pretexto de respeto por la diversidad cultural. Actitud hipócrita y suicida, indudablemente, de la sociedad occidental.

Occidente está sumergido en medio de una búsqueda culposa de aceptación, busca que aquellas culturas a las que sí indudablemente a violentado en el pasado, lo acepten como se acepta a un hermano arrepentido de sus acciones, pero occidente no advierte, que el perdón que debe buscar, no es el perdón de las sociedades que reeditan de modos diversos atrocidades que occidente supo cometer a su tiempo, sino que debe buscar el perdón de las generaciones de hombres y mujeres que se ven sometidos a fanatismos cuyas raíces se encuentran en ese pasado occidental que se busca remendar y en los hombres y mujeres que padecen, ante la mirada indiferente de occidente, modelos autóctonos de tortura, fanatismo y muerte.

Esa actitud culposa y olvidadiza del propio pasado, es la que está guiando a los Estados occidentales en la búsqueda de soluciones al planteo nuclear que hoy día hace Irán. No capta occidente, que: 1) un régimen que asesina hombres y mujeres de su pueblo por ser homosexuales. 2) un Estado que amenaza a otro Estado de borrarlo de la faz de la tierra. 3) un régimen que asesina a miembros de su propia sociedad, incluso cuando los mismos comparten los principios generales de su fanatismo religioso. No es un régimen con el que se puedan tener mayores contemplaciones, ni esperanzas de diálogo. Ante esta situación, Israel se encuentra sólo hoy día, y muchos en occidente miran a Israel sabiendo que es la última esperanza de occidente de evitar mayores tragedias, pues sólo Israel está en condiciones de afrontar moralmente la lucha contra esta tiranía islamofascista, pues a Israel no lo aqueja con tanta virulencia el complejo de culpa occidental, pues su pueblo ha debido forzosamente vivir a la sombra de otros durante muchos siglos, pues su pueblo, sabe lo que es enfrentarse al exterminio y se ha juramentado no volver a ser presa fácil de quienes quieran exterminarnos nuevamente. Israel sabe cuál es el precio de la pasividad y el diálogo permanente e inconducente y ese es un precio que hoy día, indudablemente, Israel no puede darse el lujo de pagar, pues seis millones de judíos serán nada con lo que se avecina si retrocedemos.

Si vis pacem, para bellum. Los romanos lo enunciaron tardíamente y su Imperio sucumbió ante las hordas bárbaras. Tal vez recaiga la responsabilidad en Israel de enunciarlo tempranamente, para que occidente no vuelva a sucumbir ante nuevas hordas, esta vez, islamofascistas.

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